Los Piojos

Fotografía: Javier Brusotti

13 de abril de 2025

Tecnópolis

 

Los Piojos en Quilmes Rock 2025: una noche de luna llena, corazón encendido y rock con historia

Había sol desde temprano, de esos que te acarician la piel y ya te anuncian que va a pasar algo bueno. El domingo en Tecnópolis pintaba soñado para cerrar el Quilmes Rock 2025, y no decepcionó. Porque después de cuatro días intensos, con 240.000 personas pasando por los escenarios, 170 bandas y momentos que van a quedar para siempre, faltaba lo más esperado: el regreso de Los Piojos con show largo, completo y sin vueltas.

Y arrancaron fuerte: “Desde lejos no se ve”, “Chac tu chac”, “Babilonia” y “Yira yira”, todas en fila, sin respiro, como si quisieran recuperar en diez minutos los quince años sin tocar juntos. El campo explotaba en banderas, en cantos, en abrazos de esos que solo se dan cuando vuelve algo que creíste que ya no iba a pasar más. Y encima, la luna llena arriba como si la hubieran encargado especialmente para la ocasión.

Andrés Ciro, con un saco rojo que parecía sacado de un videoclip de los ‘90, saludó escueto pero directo: “¡Buenas noches Quilmes Rock!”. Y ahí nomás, “Civilización” dedicada a Bahía Blanca, golpeada por el temporal. La empatía no se grita, se toca.

Después fue todo una espiral de emoción: “Vine hasta aquí”, “Luz de marfil”, y ese momentazo de “Entrando a tu ciudad” con Piti Fernández al micrófono, tirando magia con su voz. La conexión con el público fue constante, como si hubieran dejado un show en pausa y lo retomaran justo donde lo habían dejado.

Uno de los puntos altos fue, sin dudas, “Tan solo”. Ciro y la bajista Luli Bass bajaron al vallado, repartiendo manos, sonrisas, cercanía. Toda la banda sonaba ajustadísima, con luces, pantallas y una energía que parecía no tener techo. Y ahí fue cuando llegaron los homenajes.

Primero a ellos mismos, con un video retro musicalizado con “Ruleta” al piano, que te arrancaba una lagrimita o por lo menos un “uff, qué épocas”. Después, un momento de piel de gallina con “Sudestada” en memoria de Tavo Kupinski, y más tarde, los guiños a los Rolling Stones y a Moris con “It’s only rock’n roll (but I like it)” y “Sábado a la noche”, porque el rock también es eso: saber de dónde venís.

¿Y cuando pensábamos que ya estaba? Nada de eso. Volvieron a escena con bata de boxeo y anteojos negros, como para pelear los últimos rounds de una noche inolvidable. “Como Alí”, “Ruleta”, “Pacífico” y ese toque de candombe, de tango, de milonga rockera que solo Los Piojos pueden meter sin que suene forzado. La banda estaba afilada, sonando como si nunca se hubieran separado. Luli Bass —que se calzó el bajo de Micky Rodríguez— lo hizo con una seguridad tremenda. Los dos bateristas, Roger y Dani Buira, más Facu Farías Gómez en percusión, armaban una base que no se movía ni con un terremoto. Todo acompañado por una sección de vientos que le dio un color fresco a esos clásicos eternos.

Y cuando llegó “Bicho de ciudad”, con Ciro a full invadiendo el escenario vecino, todos sabíamos que se venía el final. Pero no sin antes dejar un último mensaje: “Si los futbolistas fueran pintores, nueve de los diez mejores cuadros serían de Messi pero el primero sería de Diego”. Dicho eso, se vino una “Maradó” que hizo temblar el piso.

¿El broche de oro? “Muévelo” con fans bailando arriba del escenario, “El farolito”, “Cruel”, “Y quemás”, y ese cierre con el Himno Nacional en armónica que ya es marca registrada. Aplausos. Lágrimas. Abrazos. Y un anuncio: el 24 de mayo, en el Parque de la Ciudad, Los Piojos van por su último concierto de este regreso glorioso.

Así se cerró el Quilmes Rock 2025. Con una banda que no solo volvió: volvió mejor. Volvió con todo. Y nos dejó con el alma hecha trapo, pero feliz.

Cuatro Cuarenta