Musicalmente, el set fue una bomba emocional. Sonaron clásicos como “Plan B: anhelo de satisfacción”, “La reina de Marte”, “Tanto amor” y “La octava maravilla”, cada uno recibido como un himno por los fans fieles, esos que no solo corean, sino que viven cada verso como si les hubieran tatuado la letra en el pecho. La banda sonó afilada, compacta y a la vez con ese vuelo psicodélico que siempre los mantuvo flotando por encima del rock barrial sin despegarse del suelo del todo.
El momento más maradoniano y crudo de la tarde llegó con el sample de Diego diciendo: “Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”. La frase retumbó como un latigazo entre canción y canción. Un separador, sí, pero también una declaración política, ética y emocional. Una especie de “esto somos, loco, y si no te gusta, mirá para otro lado”.