Juana Molina

Fotografía: Vanesa Adler

Crónica: Pedro Gonzalez

21 de julio de 2023

La Trastienda MVD

 

Juana  Molina visitó Montevideo, se presentó en La Trastienda y dejó a quienes tuvieron el atino de asistir a la cita, vibrando en armonía. 

De una carrera estrambótica, Juana Molina a recorrido un camino único, particular y espectacular dentro del ambiente musical, que como regla, nos tiene acostumbrados a formulismos empaquetados y etiquetados 

Es Hija de una familia de artistas que fueron exiliados durante la represión obtusa e intransigente de las libertades individuales, conocida como dictadura cívico-miltar en Argentina. En el exilio, buscando sortear la represión, Juana se topó con el mundo y sus músicas. De donde temprano se nutrió y grabaron en su interior texturas que la acompañan hasta hoy, abono de su música actual, que ella prefiere no catalogar.

 

Su salto a la música se da ya de vuelta en su país natal, donde había incursionado con mucho éxito en la televisión. Durante la década de los '90 consiguió en poco tiempo tener su propio programa satírico de televisión, “Juana y sus hermanas”, donde recreaba una serie de personajes que pronto se hicieron muy populares. En medio de este éxito, observó que su deseo de hacer música se estaba diluyendo y lo dejó todo para comenzar a transitar ese camino.  Su disco “Rara” 1996, producido por Gustavo Santaolalla tuvo malas críticas en Argentina, pero se comenzó a escuchar en Estados Unidos. Otra vez, fue necesario migrar y se fue a vivir a California con su familia. En el año 2000 otra vez en Argentina  nació “Segundo” un nuevo disco que incluía sonidos nuevos, sintetizadores y teclados. Este disco le abrió puertas al mundo, y marcó una identidad sonora que la ha permitido entrar a formar parte de las sonoridades de países europeos, Estados Unidos, Japón. Juana Molina ha sido toraza en rodeo ajeno y luego en su propio rodeo, que tarde, ha tenido que reconocer sus particularidades que la hacen a la vez que única, genial.

Antes de la artista porteña el escenario fue ocupado por otros, los uruguayos Urbano Moraes y el bajista Felipe Fuentes. Interpretaron 4 temas que completan un disco que grabaron juntos bajo el sello Littlebutterflyrecords. Recordó Urbano que Felipe le envió algunas versiones de sus temas y que inmediatamente se sintió tentado de que se convirtieran en un pequeño disco, que hace unas 9 semanas voló del capullo. Además, el afortunado bajista, a los ojos de todos los presentes, se ganó semejante invitación a compartir show con dos gigantes rioplatenses.

Juana al hacerse presente luego de los aplausos que cerraron la presentación de los locatarios manifestó su admiración hacia la música de Urbano. Dijo que viene de hace tiempo, cuando era mucho más joven. Y recordó haberlo encontrado en una playa del este en esa época, que le confesó su admiración al reconocerlo y de la sorpresa de Urbano por haber recibido aquel inesperado aplauso, tan entusiasta a su obra.

 El vínculo de Juana Molina con la música de Uruguay tiene otro capítulo, más que interesante. Horacio Molina, su padre, participó en los coros del disco Mateo bien se lame, del gran Eduardo Mateo. Disco que Juana, según sus palabras, ha reproducido en innumerables ocasiones durante su niñez. Algo de esas pinceladas de Mateo se pueden vislumbrar en las composiciones de la artista, que crea bases rítmicas sobre las cuales, como un fractal se expanden sonoridades que quien escucha puede ir enriqueciendo, mientras sigue el mantra como una columna o cimiento en el que se sostienen los sonidos que van surgiendo y materializa en el aire. Algo así como una onda constante que la artista empuja y mantiene en  movimiento.

Esto se proyectó en el público, una marea que se movía siguiendo las frecuencias dibujadas, al unisono, elevándose con cada crescendo. Sobre el final se formaron olas que rompían en danzas inevitables, de cuerpos que tomaron el poder.

De tema en tema, Juana salió de sus entramadas melodías y le regaló al público su naturalidad humorística, lo que provocó sonrisas cómplices.

Hay muy de uruguaya en Juana, como de una renuncia a lo espectacular, de un abrazo terco a las espinas de lo despojado de perfeccionismo, de humanidad, de cercanía. Por eso confesó abiertamente que se olvidada de las letras, preguntó a su baterista (Diego López) si iba a tiempo, restandole importancia a la respuesta: “hace rato que no Juana”, acompañada de una sonrisa resignada y familiar de su compañero.

El recital terminó con bises encendidos, con la gente bailando entregada a la música que Juana Molina, afortunadamente, se tomó el trabajo de transitar un proceso largo para poder crear.

 Entre otras cosas y por su deseo de interpretar sus composiciones como están en los discos,  la aparición de la loopera en su camino fue determinante para poder presentar espectáculos como el que compartió en la trastienda.  le permitió materializarlos como deseaba y sin la necesidad de contar con banda numerosa. Juan Molina es una rara avis en la música, una autoconstructora de su estilo, terca, arriesgada, talentosa, performática, exigente, graciosa. Su música invita sin decir con palabras, mueve sin excitar, te envuelve con mil capas de sensaciones callando la mente, que libera, imposibilitada de censurar al cuerpo, que aprovecha para expresarse, para ser.

 Tener la oportunidad de que comparta su música en este templo que es la Trastienda, tan intimo, tan de acá, es un privilegio, que muchos con el tiempo caerán en cuenta que no daba para perderse y otros, cada tanto, rememoraremos con gratitud.   

 

Datitos

 Juana Molina tiene su propio sello “Sonamos” para sus proyectos y alguna que otra rareza. De hecho nació de una, cuando encontró unas grabaciones de Musicación 4 y y junto a Mario González fundaron el sello para reeditar el disco en 2020, durante la pandemia. También se encontraron en esa oportunidad un disco del mismo Urbano que él daba por perdido, los mojos de Horacio (el corto) Buscaglia y los Conciertos Beat, tesoros de la música uruguaya.

Juana Molina también profesa admiración por la poetiza uruguaya Marosa Di Giorgio, a quien le ha dedicado un tema “Los hongos de Marosa”