Anthrax / Death Angel

Fotografías: Bruno Conti

Crónica: Guillermo Amy
23 de abril
Sala del Museo

 

Una jornada histórica se estaba por vivir en la sala ubicada en las profundidades de la Ciudad Vieja de Montevideo. Una de las bandas que integran el Big-4 del Thrash Metal, Anthrax, se iba a estar presentando junto a los inoxidables Death Ángel en una noche que desde su anuncio se preveía que sería una oportunidad única e irrepetible. Y si agregamos el hecho de que estaba en el marco de una seguidilla nunca antes vista (4 shows del género al hilo, de lunes a jueves), sin duda que despertaba una épica particular. 

Probablemente Anthrax sea la banda de metal más importante que ha pisado el recinto. Años atrás resultaría impensado la visita de los neoyorquinos a Uruguay. Pero afortunadamente ya es una sana costumbre que cada cierto tiempo se apueste por traer a este tipo de bandas al país. Las barreras están para romperse, y este 24 de abril fue otra muestra de ello. 

Los horarios fueron respetados casi a rajatabla. Eran las 20:00 horas exactas cuando Death Ángel se aparecía por el escenario ante un público que a pesar de estar en buen número, todavía no estaba presente en su totalidad. El espacio era reducido, dado que algunas lonas tapaban la batería y amplificadores de la banda que venía a continuación. De igual manera, el grupo se hizo fuerte y supo desenvolverse a la perfección a pesar de que contaban con menos infraestructura. No hizo falta romper el hielo, porque casi que no existió. 

La banda de San Francisco lideradas por Mark Osegueda dio un sobrio espectáculo logrando algo clave, que es conectar con el público. Mucho diálogo, frases que se centraban en la pasión por el metal, la hermandad y mandar todo al carajo a quienes te digan que hacer (al mejor estilo Rage Against the Machine) se complementaban con un setlist que casi en ningún momento repetía de manera consecutiva dos canciones del mismo disco. 

Los músicos se notaban cómodos y el despliegue energético era tal que era imposible no envolver al público más madrugador que todavía seguía entrando a la sala. La lista a pesar de no ser tan extensa (unas 11 canciones) estuvo bastante bien distribuida entre canciones de su icónico disco, “The Ultra-Violence” hasta su trabajo más reciente como lo es “Humanicide”. Osegueda no dejaba de gritar entre tema y tema ni de jugar con la audiencia, repitió en reiteradas oportunidades que era la primera vez en Montevideo pero aseguró que no sería la última. 

Al término de Death Angel las lonas empezaban a destaparse y una batería de un importante tamaño dominaba la visual inicial con una imagen de fondo compuesta por calaveras y el logo de Anthrax que se mostraba reluciente. Luego de unos minutos de intervalo  en el que se realizaron pruebas y reajustes sonoros, la mesa estaba servida para que la masacre comience, una audiencia que esperaba con ancias el segundo round. 

Las luces se apagaron y empezó a sonar el himno “The Number of the Beast” de Iron Maiden de manera completa. Los gritos se hacían sentir, y la banda entró como una aplanadora a comerse la cancha con 3 clásicos “Among The Living”, “Caught In a Mosh” y “Madhouse”.  Las luces se mostraban vivas e intensas, el sonido potente con unos cuantos decibeles por encima de la media, y una banda que, pese a la edad y a tener ya 40 años de carrera, en ningún momento dejaba espacio para el respiro. A destacar también el excelente cuidado de voz de Joey Belladonna que sigue manteniendo casi intacta la voz en comparación a su juventud. Otro detalle a mencionar es que para este tramo de la gira, se vieron obligados a cambiar circunstancialmente de bajista, acudiendo de manera directa nada más ni nada menos que a Danny Lilker, primer bajista de la banda y miembro fundador. 

Los integrantes arengaban desde el escenario casi de manera constante, se podía ver a Scott Ian tratando de hablar con el público y meter algunas frases en español (de manera no muy efectiva), y a veces Belladonna se posicionaba a los costados y robaba algunas púas de las jirafas de sus compañeros para arrojar hacia la audiencia, con quien repartía miradas, gesticulaba y saludaba. El publico respondió e hizo sentir el fervor a la banda, con coros consistentes y un intenso pogo como pocas veces se vió. El clima era de fiesta total y la energía se sentía desde todos los rincones. 

Para los fans más añejos, hubieron algunas perlas como “Only” del disco “Sound of the White Noise”, o “Metal Thrashing Mad” de aquel disco debut “Fistful of Metal” lanzado en 1984. Probablemente en la mente de quienes asistimos todavía resuenan las campanas de “In The End” o la base punk pseudo-ramonera de “Got The Time”.  

A pesar de que sobre el final el cansancio empezó a notarse, ni el público ni la banda parecían dispuestos a desperdiciar ningún minuto de esta instancia. “A.I.R.” fue el tema con el que Anthrax abandonó el escenario, para luego volver y cerrar con la legendaria  “Indians” que terminó de redondear una noche histórica para los amantes del género de la que seguro se va hablar con el paso de los años. 

Cuatro CuarentaComentario