Caballeros de la quema

Fotografía: Javier Brusotti

13 de abril de 2025

Tecnópolis

 

Caballeros de la Quema en Quilmes Rock 2025: debut tardío, memoria encendida y rock bien de barrio


A veces los mejores shows llegan cuando ya no los esperás. O cuando pensás “esto ya lo vi mil veces” y de repente pum, te sacuden el alma. Así pasó el sábado 13 de abril en el Quilmes Rock, cuando Los Caballeros de la Quema, después de más de treinta años de historia, debutaron en el festival como si todavía tuvieran algo que demostrar. Y sí, lo tenían.

“Buenas tardes, monada. Estamos debutando en el Quilmes Rock. Mirá que hay que debutar con cincuenta y pico de años. Un poco ‘virgos’. ¿Cómo se dice ahora? Incels, un poco Incels”, tiró Iván Noble ni bien pisó el escenario. Porque si hay algo que no perdió con los años es la lengua filosa y ese olfato para clavar una frase que mezcla humor, verdad y bajada de línea. “Falta que hagamos un video con inteligencia artificial donde el Ministro de Economía sea un espartano, un guerrero”, remató. Y sí, así arrancaba todo.

Lo que siguió fue puro rock barrial del bueno. De ese que huele a vino en cartón, a amigos del secundario, a pogo desprolijo pero feliz. “Pejerrey”, “Todos atrás y Dios de 9” y “Patri” fueron las tres primeras patadas al pecho. El agite ya estaba encendido, y el campo del Quilmes era un coro gigante.

Después llegaron “Malvenido” y “Fulanos de nadie”, con ese pulso de los '90 que no envejece ni aunque le pongas filtros de Instagram. Y entre tema y tema, Iván seguía tirando frases como bombas: “Memoria. Como decía María Elena Walsh, en el País de Nomeacuerdo, damos tres pasitos y nos perdemos”. La gente respondió con aplausos, como si dijera “sí, loco, es verdad, nos pasa todo el tiempo”.

El momento más picante llegó con “Rajá rata”, que vino con letra renovada y directa al mentón del presente: “Calentita la Rosada, ¿no, señor sultán? / Qué bien que la lustran usted y sus perritos”. No hizo falta decir más. El mensaje estaba clarísimo.

Para el final, los hits de siempre, esos que no pueden faltar: “Sapo de otro pozo”, “Avanti Morocha” y “Oxidado”. Himnos que se cantaron con los ojos cerrados, abrazados a desconocidos, con la garganta rota y el corazón contento.

Después vinieron Los Piojos y ese show eterno de tres horas con Ciro al mando, cerrando una jornada histórica. Pero lo que dejó Caballeros quedó flotando en el aire. Fueron una hora y pico de música, sí. Pero también de memoria, ironía y resistencia en forma de canción.

Cuatro Cuarenta