Rodra en Magnolio Sala

Fotografía: Jurema Torres

Crónica: Pedro González

12 de julio de 2025

Magnolio Sala

 

RODRA: DESNUDÓ SU ALMA EN LA SALA MAGNOLIO

En la pequeña pero muy bien acondicionada sala ubicada en el Parque Rodó, este sábado 12 de julio se presentó una artista completa con su show “Devota, a ella le rezo”. Rodra, a diez años de su incursión en la música, lo celebra con un espectáculo que tiene de todo. Es un recorrido por una veintena de canciones que la han acompañado: un striptease musical, un diluvio vocal, un deleite performático con pasos de comedia stand-up; tiene momentos de danza desgarradora y sensual, invitadas e invitados muy talentosos, y una apología al ser que no deja a nadie indiferente. Frontal y confrontativa, es un fogón de exorcismo público donde la catarsis se vive, se comparte y se disfruta.



Pasadas las 22 horas en el Parque Rodó se materializó una cita pautada para las 21. Finalmente, sobre el escenario desfilaron en una entrada enérgica Rodra y su banda. Sin mediar palabra, se presentaron con una canción que fue un indicio de que la noche quemaba y que la Sala Magnolio contendría un foco, como una pira, que ya de entrada venía soltando chispas.

El contacto con el público fue inmediato, como alguien que llega a una fiesta y se mezcla. Se dirigió directamente a una de sus seguidoras, con quien en una charla anterior al show había conversado sobre que su canción favorita era “Quién sos”. También le había confesado que conoció la canción sola, pero que luego la compartió con “alguien bajo las sábanas” y que había disfrutado eso de compartir sus canciones en la intimidad. Aunque ante la exposición pública lo negó y Rodra bromeando le espetó: “ Ahora que hablamos de las sábanas, dentro de las sábanas, nadie es. Acá nos conocemos, chicas!”, provocando risas.

“Quién sos” fue su tercera entrega al público de la Magnolio, precedida por “Preludio” y “Regalo”. Luego invitó a escuchar el EP 103, producido por Diego Morales, su baterista, quien se ganó un aplauso unánime. El EP nació en un momento “estéril”, en medio de una “crisis existencial”, recordó. Por otro lado, en ese momento, sucedió algo “muy motivante, ganamos un fondo concursable”. Entonces, dijo, se vió en la dificultad de elegir entre canciones que le parecían horribles y finalmente necesitó componer de apuro. Contó que se dijo: “Dale, nena, vos ya sabés lo que querés decir, solo que no te animás”, y así germinó para sí misma la canción que luego cantó, “Pecarás”.

Pecarás

de silencio otra vez más

Pecarás

de silencio otra vez más

Busca stop,

ya parará

la misma rosca de siempre

Ve en el rumor

vestigios de paz

las serpientes de la mente

Pecarás





La noche continuó con los primeros invitados: Poción Sirena, de Argentina. Durante un viaje a ese país, ellos le brindaron una banda para tocar: “Imagínense, es como cuando alguien te da una cama en su casa; literal, es exactamente lo mismo”, ilustró para su público. Tocaron el rockanrolazo “A Place Called”.

Se fueron los invitados y también la banda. Dijo que desde sus inicios en el Centro Cultural La Cuadra en Capurro, siempre estuvo acompañada, pero “cuando estoy sola con la guitarra me viene como una energía de mí, acompañándome a lugares”. Por esto, le dedicó en el show un espacio a su presencia sola con la guitarra. De ese momento se desprendieron, entre otras, las canciones “Pandemonios”, de Fernando Cabrera (“¡Cuánto le debemos a Fernando Cabrera!”, dijo) y “Genjibre y miel”.

La segunda invitada de la noche fue Ivana Rodríguez, con quien deleitó interpretando “These Days”. El talento se multiplicó, dejando claro que hay una generación de artistas cuyo crecimiento no muestra límites claros. El set solitario se completó con las canciones “Tema” y “Epifanía”.

Saber ganar” “Amapola” y “Tus ojos” le siguieron al set en solitario. Luego llegó su tercera invitada, Camila Sapin. Con ella interpretó el ft “No paren”, un himno a la femeneidad, la amistad y la música. El video de esta canción está en la plataforma Youtube, en él participan un grupo de mujeres referentes destacadas de la música local, una joyita, que de seguro toda la sala ya había visto.

El coro, integrado por Nüry y Eileen Sánchez, tiene un espacio amplio en el show y le aporta una dulzura extra, aún cuando parecería que ya no podía haber más. En la canción “Jardín Japonés”, además, desplegaron un momento de clarinetes cruzados, que en mi mente fue asociado a los ángeles que aparecen en las pinturas renacentistas: una delicadeza estética.

Rodra, que estuvo muy bien acompañada durante toda la velada, acentuó con cada invitado su versatilidad. En la bajada, cuando inexorablemente ese universo creado por el talento de la artista que entregaba su belleza hecha arte se aproximaba a fundirse nuevamente con la realidad, otros invitados dejaron su pincelada. En esta oportunidad, cuatro guitarras folclóricas —el Cuarteto Austral—, junto a quienes interpretó “Alma luna” y “Volver atrás”.

Acerca del momento musical en la escena uruguaya reflexionó: “Y cada vez más mutante se pone la movida, ¿no? Yo no sé, siento que se está mezclando todo en la música. Y esto es una de esas cosas, ¿no creen? Como que ya no hay cosas separadas, ¿no? Como que ahora todo medio que convive”. También recordó su colaboración con la banda de cumbia, La Imbailable.

Los músicos en escena brillaron con luz propia: la guitarra indomable de Marcos Caula; la batería inconmensurable del filoso Diego Morales —que brindó un solo magistral—; los teclados de Fede Noll, electrizantes, audaces; y el bajo a cargo de la última incorporación de la banda, que sacó de detrás de unos inocentes rizos dorados, un colchón de graves sobre el que reposaron las intensidades alrededor.

En la composición, guitarra y voz, Rodra, una artista que se entrega a la conexión de sentimientos profundos, materia prima de sus canciones. Amores —de pareja, de amistades—, preguntas existenciales, búsquedas expresivas: estos han sido algunos de los motores que han dado letra a sus canciones. Sobre el escenario, se vio a una chamana que, mediante la música, es atravesada por una belleza divina con la que nutre a su público. Gracia, pasión, sensualidad y sensibilidad constituyen a esta artista, que con una canción de Spinetta se despidió y nos devolvió al mundo terrenal del que, por un rato, nos arrancó con su música.

Cuatro Cuarenta