FILO

Fotografías: Gonzalo Abeiro

Crónica: Pedro González

15 de agosto

Espacio Gaboto






A un metro de FILO, en un viaje hipersónico

En el sótano de una casona – el Espacio Gaboto –, metido en el barrio Palermo de Montevideo, la banda autodenominada la grieta sónica del rock desnudó sus canciones, más “frente a su público” que nunca.

Esta es su sexta presentación, luego de un comienzo abrupto en la escena local con un EP vertiginoso, presentado en la hoy extinta La Trastienda, casi un año atrás. Luego de deambular por distintos escenarios, locales e internacionales, solos y acompañados, con bandas invitadas e invitados en festivales, la noche del viernes último se desmarcó de todo lo anterior y apostó por un recital concreto, minimalista y muy íntimo.

La crónica

Mientras pendía del aire un holograma violáceo con el nombre de la banda frente a una cortina negra, mientras los tragos danzaban entre manos y las palabras se desparramaban en la pequeña sala amenizando la espera, FILO se preparaba tras bambalinas, pasadas las 21 horas.

Fue próximo a las diez de la noche que se abrió una puerta que indicaba “solo personal autorizado”, y por allí comenzaron a aparecer las cabecitas de este monstruo, que, rompiendo todos los estereotipos, se comenzaron a mezclar entre el público. Poco a poco tomaron lugar en el escenario, montado a pie de sala, sin altares más que el compendio de acordes que pronto comenzaría a emanar de sus manos y gargantas.

Pudimos ver la intimidad de FILO, tomar apuntes de los detalles desde la cercanía, oír sus conversaciones, ver sus gestos sutiles, en una experiencia única. Con los primeros acordes de Línea de Fuego comenzó el viaje en el que fuimos pasajeros de visita en la cabina de la tripulación, que nos embarcó en un viaje cósmico.

El viaje

En Subida fue el tramo inmediato a la partida; la azafata de vuelo dio las indicaciones con gracia, dejando una sensación de tranquilidad, un regocijo suave como de cuento antes de dormir. Entonces la disposición fue total. Unas imágenes holográficas se contorneaban detrás de las maniobras de la tripulación mientras se aumentaba la velocidad poco a poco.

Las turbulencias no tardaron en aparecer y nos dejaron Sin Voz. Un momento desgarrador. Interpelados, sentimos los golpes de la batería como meteoritos, haciéndonos vibrar a todos. Al mismo tiempo, los coros de Lali y Alfonsina nos susurraron su angustia en confrontación, arrimándose a la valentía para sobrepasar el escollo.

Se escuchó a alguien decir: “Me quedé paralizado”, y en un flashback se rememoró el origen de todo, el renacimiento, la idea de agrupar a otros renacidos y embarcarlos en una aventura sónica. Luego, un Respiro: una voz, como un eco desde lo profundo del espacio, trajo serenidad.

Todos nos vimos sumidos en una calma profunda, pero que duró muy poco, pues una especie de Frecuencia Fantasma inundó abruptamente la nave. De todas formas, nos encontró unidos y entregados en esta travesía que alternó turbulencias con momentos más serenos, y fuimos acompañando los movimientos haciéndonos parte, incluso en aquellos que nos agitaron.

Dentro de la cabina fue posible ver el despliegue de cables eléctricos, pedales con los que se variaba la velocidad, la intensidad en movimientos certeros. Se vio en detalle la maestría de estos tripulantes que por momentos, parecían uno solo con seis cabezas, dando giros, sacudiéndonos en las turbulencias y unidos en la calma de espacios sonoros con gravedad cero.

El control de la batería estuvo en manos de un experto, Diego. A pesar de pequeños gestos faciales de esfuerzo, sus movimientos hicieron ver sencillo todo aquel despliegue de percusiones que nos hicieron vibrar en temblores intensos durante la travesía.

Las teclas que marcaron el rumbo fueron presionadas con precisión y delicadeza, lanzando ecos esporádicos que trajeron calma. La conductora, Lali, pareció pagar con espasmos electrizantes este control absoluto y necesario para la estabilidad de la nave. Bajo el control de los graves, otro experto, Cototo, hizo lo suyo para colaborar con la estabilidad, con una pericia que hacía imperceptible su rigurosidad y exigencia.

Las cuerdas distorsionaron el rumbo, aumentaron la velocidad y detuvieron la nave en cada tramo con tanto cuidado de no golpear el aparato, que estiraron al máximo su capacidad, mostrándonos y haciéndonos disfrutar de una elasticidad sublime. Alfonsina, jugando y disfrutándolo con experticia; Pancho, experimentando con atrevimiento y maestría; y Marcelo Impertérrito, como un capitán, estuvieron encargados de esta tarea.

El viaje continuó, las conciencias parecieron perderse o, lo que es lo mismo, integrarse en una sola. Fuimos guiados por melodías siderales, por ecos de voces cercanas, pero con reminiscencias de profundidades remotas a las que todos hemos asistido en nuestros viajes personales alguna vez, y confiados en la destreza de una tripulación curtida, sin brillantina, pero con brillo.

Acercándonos al final, incluso las maquinistas, Cecilia y Sabrina, quienes hacen el trabajo de preparación y reparación, escriben las bitácoras y dibujan mapas galácticos, fueron invitadas a la cabina. Allí todos nos vimos y nos reconocimos en el viaje y, entre sonrisas de satisfacción, una foto inmortalizó el momento.

Fueron anunciados próximos viajes de esta banda. Uno de ellos partirá desde Paraguay, en una expansión irrefrenable y a una velocidad hipersónica. Mientras que otros seguirán despegando desde estas tierras, abriendo más puertas e invitando a quien esté dispuesto o dispuesta a embarcarse junto a ellos en esta aventura sonora.

Próximas partidas de FILO

• 4 al 9 de septiembre: Paraguay.

• 12 de setiembre: Un viaje de locura en la Casona de Vilardebó junto a Bardo en Nueva York, Tinta

y Jesús Negro y los Putos + Dj set de Rengo Starr

https://mientrada.com.uy/evento/filo-bardo-tinta-jesus-negro-y-rengo-starr-en-vilardebo-27030

Cuatro Cuarenta